En esta luminosa mañana del domingo, me postro ante ti, Señor, y te invoco con humildad y gratitud. San Judas, intercesor de las causas difíciles, te imploro que nos acompañes en este nuevo día que comienza.
Que tu luz divina ilumine nuestro ser y que tus bendiciones se derramen sobre cada rincón de nuestras vidas.
Padre celestial, te pedimos que nos concedas un día colmado de amor y paz. Que tu presencia sea palpable en cada uno de nuestros actos y que tu gracia nos guíe en todo momento.
Confiados en tu bondad, depositamos nuestras preocupaciones y anhelos a tus pies, sabiendo que en tu amor infinito encontraremos consuelo y fortaleza.
San Judas, amigo de los corazones afligidos, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Altísimo. Que las dificultades que enfrentemos se transformen en oportunidades para crecer en la fe y en el amor hacia nuestros semejantes. Danos la sabiduría para discernir tu voluntad y la fortaleza para seguir tus enseñanzas en cada paso que demos.
Que este día sea un reflejo de tu amor incondicional. Inspíranos a ser instrumentos de paz, compasión y bondad en un mundo que tanto lo necesita. Que nuestras palabras y acciones reflejen tu luz, llevando consuelo a los que sufren y esperanza a los que se sienten desesperanzados.
Señor, te agradecemos por el regalo de este nuevo día y por la oportunidad de vivirlo en tu presencia. Que cada momento esté impregnado de tu gracia y que, al final del día, podamos mirar atrás con agradecimiento por las bendiciones recibidas.
Confiando en tu amor misericordioso, te encomendamos nuestras vidas, nuestras familias y nuestros sueños. Que tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, reine en nuestros corazones hoy y siempre. Amén.