En el amanecer de un nuevo día, elevamos nuestras almas en oración hacia el venerable San Charbel, aquel ermitaño libanés cuya vida estuvo dedicada a la devoción y a la búsqueda de la santidad.
Con profundo respeto y humildad, confiamos en su intercesión para guiar nuestros pasos y protegernos bajo el manto de su amoroso cuidado.
Oh, San Charbel, eres un faro espiritual en la oscuridad de la mañana, un refugio en el que encontramos paz y fortaleza para enfrentar las jornadas que se presentan. En tu ejemplo de vida, aprendemos la importancia de la humildad, la oración constante y el sacrificio por amor a Dios.
Mientras el sol comienza a iluminar el mundo, te pedimos que ilumines nuestros corazones con la luz de la fe y la esperanza. Inspíranos a vivir cada día en servicio a los demás, siguiendo tus huellas de compasión y amor incondicional.
San Charbel, te encomendamos nuestras preocupaciones y deseos en este nuevo día. Escucha nuestras súplicas y ruega ante el trono de Dios en nuestro nombre.
Concédenos la gracia de la paz interior, la salud del cuerpo y del espíritu, y la sabiduría para tomar decisiones que estén en línea con la voluntad divina.
Que tu presencia nos acompañe a lo largo de esta jornada, como un amigo fiel que vela por nosotros en cada paso que damos. Que sintamos tu protección y amor en todo momento, recordando que no estamos solos en nuestro camino.
San Charbel, bajo tu cuidado y guía, iniciamos este nuevo día con confianza y gratitud. Amén.