San Charbel, luminosa estrella de la devoción cristiana, tu vida fue un faro de amor y entrega a Dios. En tu humilde monasterio en el Líbano, encontraste la paz en la contemplación y la oración, y esa paz irradió en cada acto de tu vida.
Oh, Santo Charbel, fuiste un fiel servidor del Señor, dedicado a la adoración y al servicio a los necesitados. En la soledad de tu celda, experimentaste la unión con Dios de una manera profunda y misteriosa, y esa unión te permitió realizar milagros que dejaron una huella imborrable en la historia de la fe.
Tu vida es un testimonio de la importancia de la humildad y la perseverancia en la búsqueda de la santidad.
Enfrentaste dificultades y pruebas con una paciencia inquebrantable, confiando en la providencia divina en todo momento. En tu vida, encontramos un ejemplo de cómo vivir en conformidad con la voluntad de Dios, independientemente de las circunstancias.
Hoy, acudo a ti, San Charbel, en busca de tu intercesión. Encomiendo mis preocupaciones y anhelos en tus manos santas, confiando en que tú, que experimentaste la cercanía de Dios de manera tan profunda, velarás por mis peticiones.
San Charbel, ruega por mí y por todos aquellos que acuden a ti en busca de ayuda. Que podamos encontrar la paz y la serenidad que tú experimentaste en tu vida terrenal. Ayúdanos a crecer en fe, amor y devoción a Dios, y guíanos por el camino de la santidad.
Te doy gracias, San Charbel, por tu ejemplo de vida y por tu intercesión constante. Que tus bendiciones nos acompañen mientras nos sumergimos en el dulce sueño de la noche, confiando en que estás velando por nosotros. Amén.